Portada de libro de Santiago Sanz titulado 'Otras ítacas', con una foto en blanco y negro del autor, y etiquetas de colección 'animal sospechoso, colección mínima'

Santiago Sanz

Otras Ítacas

Prólogo de Misael Ruiz

ISBN 978-84-128104-3-1

136 páginas

20,00€

El libro. Otras Ítacas constituye una defensa no explícita y, sin embargo, constante, no ya de la utilidad sino de la paradójica necesidad de la poesía, «un absurdo humano, un acto genuinamente revolucionario y, alguna que otra vez, un milagro».

No es casual que el primer ensayo del libro apunte precisamente en dirección contraria a la conocida afirmación de Adorno, para quien la poesía no era ya posible tras lo sucedido en los campos de exterminio. ¿Qué pensar, si no, de la importancia que tuvieron para Primo Levi los versos del «Infierno» de Dante sobre la muerte de Ulises, precisamente en el centro del horror?

Otras Ítacas ofrece una lectura rica y matizada de Dante, Rilke, Mechthild de Margburgo, Mario Luzi, Petrarca, Primo Levi, Borges, Eckhart o Gil de Biedma, cuando no sigue la pista de imágenes y motivos tan dispares como el punto, la melancolía, el espacio, la noche o lo cerrado. Pero, sobre todo, afina el placer de la lectura en todos quienes se acercan al poema «como quien se acerca a un amante desconocido».

El autor. Santiago Sanz (Madrid, 1964) estudió en la Universidad Complutense de Madrid, en Heidelberg y Harvard. Ha editado y traducido la obra del poeta metafísico inglés del siglo xvii George Herbert (Antología poética, 2014, Premio de Traducción Ángel Crespo, 2015), así como la poesía y los ensayos sobre arte literatura de George Santayana (El intelecto no está de moda, 2022).

Otras ítacas reúne una colección de ensayos en torno a la obra poética de autores de distintas épocas y tradiciones literarias. No son, sin embargo, escritos académicos ni meros pretextos para la especulación sino que enraizan en una corriente sin término acuñado que nos lleva a pensar en Auerbach, Steiner o el mismo Santayana. La pasión por la lectura y un vasto conocimiento de la tradición nos revela –con la naturalidad de quien vive con un ojo en las palabras y otro en el mundo– vínculos ocultos, pero vivos, entre obras literarias, artísticas, musicales o filosóficas sin relación aparente entre sí.

«Otras Ítacas aviva nuestra capacidad para sentir placer estético –ese característico estremecimiento a lo largo de la espalda– en las caricias formales e intelectuales del poema, rasgándole la piel, hurgando en su interior.»

Misael Ruiz

XIV

Lo curioso de un recital de poesía es que por un lado preserva algo necesario en ella que la lectura silenciosa a duras penas da, a saber, la música, el canto. Eso parece innegable. Pero tiene también la poesía, idealmente, la virtud de que el lector caiga en la cuenta de algo importante –como Pablo en el camino a Damasco–, y esa caída, ese abrir los ojos, rara vez se dan en la inmediatez de un encuentro público. Se tropieza en soledad con esas pequeñas o grandes teofanías de la poesía. Paradójicamente, la poesía huye del templo en el que se la venera. Y huye, claro, porque más que aspirar a la comunicación quiere trascenderla.

Santiago Sanz