El libro. En 1920 conoció a Paul Valéry por mediación de la baronesa Rennée de Brimont. Catherine Pozzi tenía entonces veintiocho años y Valéry estaba en la cima de su carrera: era el autor de «La joven Parca» y «El cementerio marino». Al poco tiempo Catherine –o Karin, como se hacía llamar por los amigos- invita a Valéry a su casa solariega de La Graulet, cerca de Bergerac, e inician una relación que, a diferencia de lo que pudieran creer sus contemporáneos, no fue un adulterio mundano sino que afectó a ambos de modo decisivo sentimental e intelectualmente. Su correspondencia, inédita durante décadas y de la que incluimos una pequeña selección en esta edición, es una muestra clara de su sofisticado intercambio de ideas, con vocación de fundir ambas sensibilidades e intelectos en un pensamiento común. Desprenden un erotismo intelectual que, sentido de forma distinta por uno y otro, desplaza al sensual. Paul Valéry le hace llegar las entradas de sus famosos Cuadernos, que ella comenta mediante notas manuscritas. La edición impresa en La Pleïade, expurgada de esas acotaciones, alude a ellas únicamente como comentarios de una mano desconocida.
La autora. Catherine Pozzi (1882-1934) es la autora de seis poemas intensos y enigmáticos que brillan, como surgidos de otro mundo, en el firmamento de la poesía francesa del siglo XX. Era una mujer alta, delgada, elegantemente vestida; hablaba inglés, alemán y tenía un anhelo incesante por formarse, no sólo en latín y griego, sino también en filosofía, matemáticas y ciencias. Redescubierta en su país a raíz de la publicación de su correspondencia con Rainer Maria Rilke y con Paul Valéry, escribió en su diario: «He escrito “Vale”, “Ave”, “Maya”, “Nova”, “Escopolamina”, “Nyx”. Quisiera hacer una plaquette. Safo no necesitó más palabras para llegar hasta nosotros».
«Si nuestro espíritu estuviese también junto a nosotros, tan presto a obedecer, tan presto a alcanzar el límite de su potencia como el cuerpo... la que nuestro cuerpo alcanza en presencia de otro cuerpo. ¿Sería entonces nuestro espíritu el mismo? Pero le sería infinitamente más difícil hallar ese otro espíritu con el que... “gozar”».
Paul Valéry
Ave
Muy alto amor, si llegara yo a morir
sin saber jamás dónde fuiste mío,
en qué sol levantaste tu morada
en qué pasado tu tiempo, en qué hora
te amaba,
muy alto amor, más allá de la memoria,
fuego sin hogar fue todo mi día,
en qué destino trazaste mi historia,
en qué sueño se veía tu gloria,
oh, mi estancia...
Cuando esté para mí misma perdida
dividida en el abismo infinito,
infinitamente, cuando rendida,
cuando el presente del que estoy vestida
haya traicionado,
por todo el universo en mil cuerpos partida,
de mil instantes que siguen dispersos,
de ceniza hacia el cielo aventada a la nada,
recompondrás durante un año extraño
un solo tesoro
recompondrás mi nombre y mi imagen
de mil cuerpos que el día se llevó,
viva unidad sin nombre y sin rostro,
corazón del espíritu, centro del espejismo
muy alto amor
Catherine Pozzi