El libro. La búsqueda del Sur es un libro que, a manera de un itinerario sin regreso, pone en práctica el tema de la desorientación. Aprovechando que los 21 poetas aquí reunidos ponen en común sus diferentes Sures, el presente volumen da la vuelta a la cronología consuetudinaria de las rutas habituales que siguen lo establecido entre su origen y su destino.
Una muestra de ello, es el orden de las cuatro secciones del libro: «Destinos», «Pasajes», «Pérdidas» y «Orígenes». Mucho más que una antología, este libro es un objeto válido por sí mismo, una especie de ensayo sin ensayo, en el que la directriz es la búsqueda que se da en el poema. Por esto mismo, se trata de una antología en la que se pone en primer plano al poema, por encima de un poeta determinado, pues el poema sabe siempre más que el autor que lo compone.
Los autores. Reunidos en torno a «la desorientación como compañera de la búsqueda del Sur», por convocatoria de la poeta Nathalie Karagiannis (París, 1972), los poetas agrupados en esta recopilación cuatrilingüe −griego, castellano, francés y catalán−, van desde los muy reconocidos y maduros, hasta los poetas más jóvenes que comienzan sus tanteos en el mundo de la poesía. Se trata de Dimitris Allos (1963), Neus Aguado (1963), Orfeas Apergis (1974.), Evgenios Aranitsis (1955), Jean-Yves Bériou (1948), Pantelis Boukalas (1957), Demetra Christodoulou (1953), Edgardo Dobry (1962), Xènia Dyakonova (1985), Manuel Forcano (1968), Olvido Garcia Valdés (1950), Pere Gimferrer (1945), Dimitris Hill (1975), Katerina Iliopoulou (1967), Chantal Maillard (1951), Markos Meskos (1935), Alexandra Plastira (1954), Susanna Rafart (1962), Juan Pablo Roa (1967), Danai Sioziou (1987) y Yannis Stiggas (1977).
«La desorientación y la búsqueda del Sur –dos temas que me ayudan a ubicarme desde hace algunos años– fueron las únicas pautas que se proporcionaron a los poetas a los que me dirigí para la elaboración de esta antología. Aceptaron reiterar cada uno de sus exilios, cada uno de sus Sures, en común; aceptaron, en definitiva, que vagaran juntos sus poemas con los de los demás.»
Nathalie Karagiannis
Me muevo al sol y pierdo. Hay una tela
o lámina transparente adherida, una
película fría o sudorosa del alma que se viene
a la boca. Vivo en ese lugar donde viven
Rui Knopfli o Bertina Lopes, fuera
de sitio y tierra de nadie. Hay un sol
excesivo y un espíritu frágil, cuerpo
liviano y voladizo en el malestar
y claridad de la mente, los ojos locos
si no se cuida, si no retienen el pronto
aquel, padre nuestro mestizo de saber y
sentir. Fría la película adherida al estómago
y la luz excesiva; enfermo el equilibrio, la historia
que pasa y está aquí, el calor inflamado, biografía
volátil que es tiempo mío y vida
de los pueblos. Al día se hace, pero la teje la memoria
se bate como sustancia fina y espesa, son y no son
las cosas que ya fueron y vuelven como agua
agria a la boca, malestar caminando
por una fortaleza un día de julio, en
Mozambique era y es aquí y podría ser
en Santiago de Chuco el buche agrio.
Mas ecuánime
la vida o aquietada, rara y querida como una
enfermedad o la dulzura tibia de quien va
al parecer convaleciendo y sabe
que otra cosa al parecer no hay.
Olvido García Valdés